¿Eres quien crees ser?

   Si tuvieras que hacer un listado de tus características, ¿cuáles serían?, ¿quién crees que eres? Regálate unos minutos para pensar.

   ¿Te has dado cuenta que (casi siempre) catalogamos a las personas sólo por lo que hacen?, por mucho que intentemos no hacerlo, es casi innato hablar de las personas de este modo: “la doctora que conocí el otro día”, “Germán, aquél que es profesor”, “mi amiga que toca el piano”, “un amigo que cocina de maravilla”.. Al asociarles con sus acciones y comportamientos más frecuentes, creamos una idea general de la persona, es decir, ¡el Ser + Hacer se hacen una totalidad!

   Y ahora quizás podemos pensar que está mal referirnos a las personas (y a nosotr@s mism@s) netamente por lo que hacen ya que hay un universo de otras cualidades que nos describen como Seres Humanos… Pero… esas cualidades nacen del comportamiento que habitualmente se muestran!

   Un Hábito es “una rutina o práctica que se realiza de manera regular”; “una respuesta automática a una situación específica”.

   Estás encarnando quien eres a través del hacer. Por mucho que quieras ser una persona estudiosa, si no estudias con frecuencia, no lo eres. Entonces que queramos ser de cierta manera no es suficiente. Es sólo a través de las acciones diarias que se desarrolla nuestra identidad, lo que hacemos es lo que somos.

   Cuando te cocinas frecuentemente eres una persona que se ocupa de su alimentación. Cuando haces ejercicio frecuentemente eres una persona que se ocupa por su salud. Cuando lees constantemente eres una persona lectora. Cuando meditas constantemente eres una persona que toma acción por su tranquilidad. Cuando ves a tus amistades frecuentemente eres una persona sociable. Cuando hablas con tus familiares frecuentemente estás presente para ell@s, etc.

   Regálate unos minutos para hacer un listado de las cosas que haces a diario y escribe qué tipo de persona estas encarnando junto con ese hábito (tranquil@, no es necesario identificarse con ello, recuerda que mientras más flexible nuestra identidad, más rápido podemos adaptarnos a los cambios).

   Ahora traza una línea hacia el futuro tomando consciencia de hacia dónde te llevan si continuas consistente con ese hábito. ¿Estás satisfech@ con lo que ves? ¿Es algo que te va a beneficiar en la vida o a perjudicar? ¿Es esa la persona que tienes en mente para tí a futuro? Escribe un + si es algo que te lleva a lo que quieres ser, y un – si te desvía de tu camino.

   Para lograr cambios importantes, hay que tener en cuenta que éstos deben estar acompañados de un cambio de creencias con respecto a un@ mism@. No sirve de nada hacer un cambio o incorporar en la vida un hábito si no está alineado con quien creemos que somos, pues tarde o temprano vamos a volver a los comportamiento de ese alguien que creemos ser. 

   La pregunta más importante es ¿quién quieres ser? observa tus comportamientos hoy y evalúa si están alineados con la idea que tienes en mente para tí mism@. Si no es así, no intentes cambiar drásticamente, el primer cambio se debe hacer a nivel de las creencias. Las pequeñas acciones consistentes ayudarán a la creación de este nuevo Ser que queremos encarnar, que poco a poco se convertirá en quien creemos ser. Alguien que se identifica como una persona desordenada podrá pasar muchos días ordenando su hogar, pero finalmente volverá al desorden, pues ese es quien es.

   Lento pero seguro es más efectivo que intentar ser una persona diferente de un día a otro, los cambios más importantes no vienen de la noche a la mañana, pero sí se pueden incorporar actitudes que a a largo plazo traen beneficios, quizás no traen recompensas en el presente, pero sí en el futuro.

   Es común que al incorporar un nuevo hábito o una nueva forma de actuar en nuestra vida esperemos resultados inmediatos, y cuando no llegan, aparezca la frustración, pudiendo llevar al abandono de estos nuevos comportamientos. Recuerda este gráfico que está a continuación cada vez que estes en espera del cambio radical.

 Si observamos el gráfico de los cambios de estado del agua, podemos observar que no hay cambios visibles cuando subimos gradualmente la temperatura de 0 a 100 grados. Si hacemos una analogía, puede que tu punto de partida esté en el grado 20, y tu nuevo hábito sume 5 grados cada día: tendrán que pasar unos 16 días para que se produzca el cambio visible (como cuando el agua logra el punto de ebullición) y veas que todo tu esfuerzo sí valió la pena. Uno de los hábitos más comunes que ilustran una situación como esta es cuando incorporamos una rutina de ejercicios diaria pero vemos los cambios en nuestro cuerpo semanas después de comenzar. 

Gráfico agua

   ¡No pienses más en el resultado y enfócate en el proceso! Si te enfocas en el resultado, considerando la tabla anterior, no vas a estar satisfecho hasta muchos días después de la incorporación del hábito, corriendo el riesgo de tirar todo por la borda. En cambio, te puedes enfocar en el cambio mismo, para esto puedes incorporar alguna recompensa junto con aquel hábito que quieres, por ejemplo, puedes permitirte ver 10 minutos de televisión cada 30 minutos de ejercicio aeróbico que hagas.

   Es importante tomar consciencia de las cosas que hacemos de manera automatizada. Brinda atención diaria a tus comportamientos, muchos de ellos no son elecciones propias sino que meramente copias de lo que vimos de nuestros progenitores y consideramos normal. Te invito a estar atent@ en la cotidianidad para cuestionar los comportamientos y elegir conscientemente si es algo que quieres perpetuar o que quieres cambiar, como por ejemplo, el hábito de llegar a casa después del trabajo y prender la televisión; algo muy arraigado en múltiples hogares en el mundo.

   ¿Qué hábitos quieres incorporar en tu vida para dibujar un futuro alineado a quien realmente eres y quieres ser? ¡Déjanos tu comentario!